Cómo arruinarse el verano


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Es el final de una agoradora jornada en Disneyland y los autobuses que regresan del parque van cagados de niños sobre estimulados y exhaustos, y de padres completamente agotados. La gente empieza a protestar por todo, por el calor, por la velocidad, por esperar a otros pasajeros….. Lo que ha sido un maravilloso día tiene el riesgo de acabar en llantos y malas contestaciones.

Algo parecido ocurre, al menos en nuestra casa, con algunas tardes de verano, en las que se prepara una suerte de tormenta perfecta con los niños con riesgo de acabar en un tornado. Si habéis sufrido alguna de estas tardes sabéis perfectamente a qué nos referimos. Si todavía no lo habéis experimentado y sois tan locos que queréis probar cómo generar la tormenta perfecta con vuestros hijos aquí van algunas recomendaciones que seguro que os ayudarán a arruinaros el mes de julio.

TiemposApura los tiempos. El verano es esa época del mamá, ¿podemos quedarnos cinco minutos más? Y si realmente fuesen cinco minutos la cosa quedaría ahí. Pero son cinco minutos más de piscina, cinco más de futbol, cinco más para despedirse de los amigos. Cinco minutos que acaban siendo quince por cada uno de los retoños que tenemos en casa. Y, al final, cuando entramos en casa cuarenta minutos más tarde de lo previsto, la ecuación [ducha + cena + dientes + cuento = a las 21.30 en la cama] no sale. Y para colmo los niños tienen el modo “verano –on” encendido. Resultado = en la cama no antes de las 22.30.

GritarLlama a tus hijos a gritos. Una vez dentro de casa lo mejor de todo para acabar en llanto es querer hacer todo el doble de rápido (para compensar los cuarenta minutos que llevamos de retraso) e ir dando órdenes a gritos a los niños. Poner rápido la lavadora de las toallas a la vez que gritamos ¡A la ducha!; Oír la ducha sin cesar durante más de cinco minutos mientras preparamos la cena y volver a gritar ¡Cierra ya el grifo, que se va a acabar el agua del mundo!; Poner la mesa y llamarles al grito de ¡A cenar! ; y a los tres minutos volver a gritar ¡bajad ya a cenar, que se va a quedar frio! ; y volver a gritar dos minutos más tarde, y al final, cuatro gritos después, plantarse en el resquicio de la puerta de la habituación y gritarles ¿pero es que no me oís que os estoy llamando para cenar?, y ver como ponen cara de haba y niegan con la cabeza.

MinutoNo te reserves ni un minuto para ti. Como resultado del cinco minutos más unido al modo “verano-on” de los niños, para cuando acabas de recoger la cocina, preparar las mochilas del día siguiente, tender la lavadora y conectarte al correo del trabajo ya es la hora de la cenicienta; y no te ha dado tiempo ni a abrir una hoja de aquel libro que te compraste, precisamente, para verano. Un par de noches seguidas siguiendo esta regla son suficientes para comenzar el día siguiente muy motivada para hacer frente a otra jornada piscinera con los niños.

DeberesSe muy estricto con los deberes. Mantente inflexible con los deberes de verano. Da igual que los niños lleguen hechos un trapo del campamento, que el calor sea insoportable, que los vecinitos vengan a buscarles para ir a la piscina. Si te habías marcado como objetivo una página del libro de vacaciones de verano cada día no se te ocurra dejarles ir a la piscina ni darles un bocata de chocolate hasta que la página no esté acabada.

SerperfectaIntenta ser perfecto. Este es sin duda nuestro consejo estrella para esos días de verano en los que en la oficina hay más trabajo que nunca, hace un calor insoportable, tienes que hacer ingeniería espacial para llegar a buscar a los niños a la salida del campamento urbano y luego sobrevivir a una tarde de piscina comunitaria. Ante todo, no te saltes las cinco raciones de frutas y verduras diarias y los demás affairs propios de la perfección.

Regalémonos cinco minutos para reflexionar. Lo que pensamos, hacemos y decimos este verano influirá en lo que piensen, hagan y digan en sus futuros veranos. Y no nos van a recordar precisamente por el número de raciones de frutas y verduras que tomaban al día. Y sí, cuando nos miran con cara de alelaos y nos dicen que no nos han oído gritarles diez veces A cenar es que, de verdad, estaban abducidos con el i-pad o el juego y no nos han oído. Y gritar solo servirá para hacernos la espera más desquiciante a nosotros mismos .Y sí, las mates y los dictados son muy importantes, pero si nuestros hijos no son de esos pocos afortunados que pueden hacer los deberes después de desayunar, cuando están despejados y fresquitos, tal vez tengamos que recurrir a la imaginación y la creatividad para que practiquen mates y lengua con algo que no sea el tradicional libro de vacaciones. Y, por supuesto que sí, que son unos pesados con eso de los cinco minutos más; pero lo preocupante sería que siendo niños no tuviesen ganas de exprimir cada minuto de su tarde  Y, por supuesto que también, que nosotros también nos merecemos “cinco minutos más” para ojear un libro antes de irnos a la cama; así que tendremos que recurrir a esa súper motivación que supone para ellos el verano y empezar a negociar colaboración en las tareas domésticas, para que así todos podamos disfrutar de esos cinco minutos más veraniegos.

Por cierto, ¿sabéis como lo hacen en Disneyland? Gestionando emociones. Conscientes de los estragos que puede hacer el cansancio sobre una intensa jornada llena de emociones y conscientes de que las emociones son tremendamente pegajosas, el conductor del autobús del que hablábamos arriba comienza a cantar «Bajo el mar» cuando los primeros pasajeros se muestran quejosos. Al momento, prácticamente todo el autobús se ha olvidado de sus motivos de queja y se ha unido a cantar cual cangrejo Sebastián. ¿Os imagináis que pasaría si el conductor se pusiera a dar órdenes a voces a los pasajeros?

¡Feliz día y a por una maravillosa tarde de verano!

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