La empatía se aprende


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Si tuvieras que elegir para tus hijos entre un prestigioso máster en una de las escuelas de negocios más exitosas y la capacidad para empatizar con los demás ¿Qué elegirías? ¿Eliges lo que parece ser la puerta a un prometedor futuro profesional o la capacidad para sintonizar con los sentimientos de los demás, para detectar y comprender lo que se cuece en su interior aun sin estar de acuerdo con ellos?

Sabes que el máster probablemente les abrirá las puertas a un atractivo empleo, pero también sabes que sin la capacidad para sintonizar con las emociones de los demás difícilmente mantendrán ese exitoso empleo o, en el mejor de los casos, su trayectoria profesional será corta, muy corta.

La gran noticia es que no hay que elegir. Los expertos han demostrado algo que en nuestros trabajos y en nuestra vida personal ya intuíamos: que no existe relación entre la empatía y el coeficiente intelectual. Que la empatía se aprende.

¿No os parece eso fantástico? Podemos aprender a ponernos en la piel de los demás como aprendemos a jugar al basket o entrenamos cualquier otra cosa en la vida: practicando, ensayando, equivocándonos y aprendiendo de los errores.

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¿Qué es lo que tenemos que entrenar para desarrollar nuestro músculo de la empatía?

La base de la empatía es el autoconocimiento. Conocer nuestras emociones y tener un registro emocional fluido es la base para captar las emociones de otros. Esto, que parece muy fácil, es bastante complicado si tenemos en cuenta que nuestro vocabulario en cocina es bastante más amplio que nuestro vocabulario emocional. ¿No os ha dicho alguna vez vuestra pareja “¿qué te pasa?” y le habéis respondido un “estoy triste” cuando en realidad dudáis si realmente estáis tristes o más bien enfadados, estresados, cansados o yo que sé qué? De pequeños nos enseñaron cuáles eran los colores primarios y qué pasaba si los mezclabas, pero nadie nos contó cuáles eran las emociones básicas o qué pasaba cuando las mezclabas y a veces no sabemos ni de qué color estamos.

La otra pata el entrenamiento está en la capacidad para captar los mensajes no verbales de los demás, que es el segundo pilar sobre el que se apoya la empatía.

El 90% de los mensajes que emitimos son no verbales. Nuestros gestos, nuestro tono de voz, el movimiento de nuestras manos, nuestra respiración, dicen de lo que pensamos que el mensaje que realmente estamos transmitiendo. ¿Os imagináis qué regalo para la vida supone ser capaz de prestar atención e interpretar esos mensajes no verbales de los demás? Darse cuenta de las emociones que ese día trae el profesor a clase, de las que rodean a ese cliente con el que estamos intentando cerrar un trato, de las que esconde ese quinceañero que nos espera tirado de mala gana en el sofá de casa, etc.

Este verano estamos decididos a entrenar en familia nuestro músculo de la empatía con juegos sencillos que nos ayuden a reconocer nuestras emociones, a ganar en repertorio emocional y a poner poco a poco el foco en los demás. Hoy os dejamos dos ejercicios muy caseritos y simples con los que trabajar esta capacidad con vuestros hijos. Como siempre, ya sabéis que lo mejor es que los aderecéis o los “tuneeis” como mejor se adapten a vuestra familia.

Empatia3aEmpatia5ADADO EMOCIONAL: Con este ejercicio podréis trabajar las dos caras de la empatía, identificar vuestros sentimientos y los de los demás.

En un dado (el nuestro es un dado muy chulo de progapanda pero podéis utilizar cualquier cubilete tipo “rubick”) hemos dibujado la representación de las 5 emociones básicas: ALEGRIA, TRISTEZA, MIEDO, ENFADO y ASCO (Os acordaréis porque son las emociones protagonistas de la peli de Disney DEL REVÉS). En el último lado del dado hemos escrito “Elige otra”.

Cuando nos toca el turno tenemos que acordarnos de una situación en la que hemos sentido la emoción que nos ha salido en el dado. Si nos sale la cara “Elige otra” elegimos otra de las emociones que nos sepamos (Decepción, vergüenza, nerviosismo, esperanza, sorpresa, etc) y recordaremos el momento en el que la sentimos (aquí es donde poco a poco iremos ganando riqueza en el vocabulario).

Para que poco a poco se vayan fijando en el “otro” a veces versionamos un poco el ejercicio y cuando nos toca el turno de dado jugamos a adivinar en qué situación creemos que ha sentido otra persona esa emoción. ¿Te acuerdas de algún momento en que M. pareciese tener miedo? ¿Algún momento en que tu profesora estuviese enfadada? ¿Alguna situación en la que tu amigo F. estuviese alegre?.

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SIN HABLARNOS. Nuestro segundo ejercicio es tan fácil como realizar cualquier trabajo de equipo que se os ocurra en absoluto silencio. ¡Veréis como los resultados os sorprenden incluso a los mayores!

Probad con tareas que los niños tengan dominadas, para no generar ansiedad sobre la tarea. A nosotros nos gusta practicarlo poniendo la mesa o recogiendo su cuarto. Al probarlo percibiréis de inmediato cómo aumenta el contacto visual con vuestros hijos y como sus gestos dicen mucho más de lo que generalmente escuchamos. Un ejercicio potentísimo, de verdad.

Esperamos que disfrutéis mucho de estos dos ejercicios y, ya sabéis, si vosotros tenéis algún otro ejercicio para desarrollar la empatía en los niños, nos encantará conocerlo.

¡Feliz fin de semana!

Cómo arruinarse el verano


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Es el final de una agoradora jornada en Disneyland y los autobuses que regresan del parque van cagados de niños sobre estimulados y exhaustos, y de padres completamente agotados. La gente empieza a protestar por todo, por el calor, por la velocidad, por esperar a otros pasajeros….. Lo que ha sido un maravilloso día tiene el riesgo de acabar en llantos y malas contestaciones.

Algo parecido ocurre, al menos en nuestra casa, con algunas tardes de verano, en las que se prepara una suerte de tormenta perfecta con los niños con riesgo de acabar en un tornado. Si habéis sufrido alguna de estas tardes sabéis perfectamente a qué nos referimos. Si todavía no lo habéis experimentado y sois tan locos que queréis probar cómo generar la tormenta perfecta con vuestros hijos aquí van algunas recomendaciones que seguro que os ayudarán a arruinaros el mes de julio.

TiemposApura los tiempos. El verano es esa época del mamá, ¿podemos quedarnos cinco minutos más? Y si realmente fuesen cinco minutos la cosa quedaría ahí. Pero son cinco minutos más de piscina, cinco más de futbol, cinco más para despedirse de los amigos. Cinco minutos que acaban siendo quince por cada uno de los retoños que tenemos en casa. Y, al final, cuando entramos en casa cuarenta minutos más tarde de lo previsto, la ecuación [ducha + cena + dientes + cuento = a las 21.30 en la cama] no sale. Y para colmo los niños tienen el modo “verano –on” encendido. Resultado = en la cama no antes de las 22.30.

GritarLlama a tus hijos a gritos. Una vez dentro de casa lo mejor de todo para acabar en llanto es querer hacer todo el doble de rápido (para compensar los cuarenta minutos que llevamos de retraso) e ir dando órdenes a gritos a los niños. Poner rápido la lavadora de las toallas a la vez que gritamos ¡A la ducha!; Oír la ducha sin cesar durante más de cinco minutos mientras preparamos la cena y volver a gritar ¡Cierra ya el grifo, que se va a acabar el agua del mundo!; Poner la mesa y llamarles al grito de ¡A cenar! ; y a los tres minutos volver a gritar ¡bajad ya a cenar, que se va a quedar frio! ; y volver a gritar dos minutos más tarde, y al final, cuatro gritos después, plantarse en el resquicio de la puerta de la habituación y gritarles ¿pero es que no me oís que os estoy llamando para cenar?, y ver como ponen cara de haba y niegan con la cabeza.

MinutoNo te reserves ni un minuto para ti. Como resultado del cinco minutos más unido al modo “verano-on” de los niños, para cuando acabas de recoger la cocina, preparar las mochilas del día siguiente, tender la lavadora y conectarte al correo del trabajo ya es la hora de la cenicienta; y no te ha dado tiempo ni a abrir una hoja de aquel libro que te compraste, precisamente, para verano. Un par de noches seguidas siguiendo esta regla son suficientes para comenzar el día siguiente muy motivada para hacer frente a otra jornada piscinera con los niños.

DeberesSe muy estricto con los deberes. Mantente inflexible con los deberes de verano. Da igual que los niños lleguen hechos un trapo del campamento, que el calor sea insoportable, que los vecinitos vengan a buscarles para ir a la piscina. Si te habías marcado como objetivo una página del libro de vacaciones de verano cada día no se te ocurra dejarles ir a la piscina ni darles un bocata de chocolate hasta que la página no esté acabada.

SerperfectaIntenta ser perfecto. Este es sin duda nuestro consejo estrella para esos días de verano en los que en la oficina hay más trabajo que nunca, hace un calor insoportable, tienes que hacer ingeniería espacial para llegar a buscar a los niños a la salida del campamento urbano y luego sobrevivir a una tarde de piscina comunitaria. Ante todo, no te saltes las cinco raciones de frutas y verduras diarias y los demás affairs propios de la perfección.

Regalémonos cinco minutos para reflexionar. Lo que pensamos, hacemos y decimos este verano influirá en lo que piensen, hagan y digan en sus futuros veranos. Y no nos van a recordar precisamente por el número de raciones de frutas y verduras que tomaban al día. Y sí, cuando nos miran con cara de alelaos y nos dicen que no nos han oído gritarles diez veces A cenar es que, de verdad, estaban abducidos con el i-pad o el juego y no nos han oído. Y gritar solo servirá para hacernos la espera más desquiciante a nosotros mismos .Y sí, las mates y los dictados son muy importantes, pero si nuestros hijos no son de esos pocos afortunados que pueden hacer los deberes después de desayunar, cuando están despejados y fresquitos, tal vez tengamos que recurrir a la imaginación y la creatividad para que practiquen mates y lengua con algo que no sea el tradicional libro de vacaciones. Y, por supuesto que sí, que son unos pesados con eso de los cinco minutos más; pero lo preocupante sería que siendo niños no tuviesen ganas de exprimir cada minuto de su tarde  Y, por supuesto que también, que nosotros también nos merecemos “cinco minutos más” para ojear un libro antes de irnos a la cama; así que tendremos que recurrir a esa súper motivación que supone para ellos el verano y empezar a negociar colaboración en las tareas domésticas, para que así todos podamos disfrutar de esos cinco minutos más veraniegos.

Por cierto, ¿sabéis como lo hacen en Disneyland? Gestionando emociones. Conscientes de los estragos que puede hacer el cansancio sobre una intensa jornada llena de emociones y conscientes de que las emociones son tremendamente pegajosas, el conductor del autobús del que hablábamos arriba comienza a cantar «Bajo el mar» cuando los primeros pasajeros se muestran quejosos. Al momento, prácticamente todo el autobús se ha olvidado de sus motivos de queja y se ha unido a cantar cual cangrejo Sebastián. ¿Os imagináis que pasaría si el conductor se pusiera a dar órdenes a voces a los pasajeros?

¡Feliz día y a por una maravillosa tarde de verano!

5 actividades para descubrir Nueva York desde el salón de casa


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Si creéis que viajar con niños a otros países es ayudarles a crecer en diversidad.  Si creéis que cuando descubrimos con nuestros hijos otros pueblos y les trasmitimos respeto y cariño por sus tradiciones fomentamos su capacidad para empatizar con otras culturas;  o si simplemente queréis pasar un rato divertido en familia, os proponemos que dejéis volar vuestra imaginación y os unáis a nuestro viaje a Nueva York desde el salón de vuestras casas.

Aterrizaremos en el helipuerto del Empire State, nos daremos un buen paseo por 5th Avenue, disfrutaremos de un brunch en Central Park, construiremos nuestro propio rascacielos y asistiremos a 5 minutos de un clásico de Broadway. Y para sentirnos como auténticos americanos produciremos nuestra propia película ¿Os apuntáis?

Pues id preparando en vuestras maletas un poco de cinta aislante negra, un paquete de espaguetis, nubes de azúcar, muchas banderas de USA, un móvil y mucha ilusión.

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Un viaje tiene que comenzar con ilusión. Y para despertarla nada mejor que volar en avión a un sitio desconocido. Las persianas, cerradas a cal y canto durante el trayecto, se levantan poco a poco y dejan ver la silueta de dos grandes rascacielos (que podéis dibujar en la ventana con cinta aislante negra) cubiertos por una guirnalda de banderas con estrellas que nos resulta muy conocida (la vemos en el cole, en la comida que traemos a casa, en nuestra ropa, ….) pero que todavía no acertamos a saber de dónde es. Y suena The Star-Spangled Banner, el himno nacional (nos encanta la versión de Whitney Houston). Y la azafata (o sea, mamá) dice ¡Welcome to New York!,

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Para conocer la ciudad nada mejor que un paseo virtual a través de una App de storytelling que nos permitirá pasear por la gran manzana desde una perspectiva 360º simplemente moviendo nuestro i-pad. Si todavía no conocéis la App gratuita Vrse esta es vuestra oportunidad. Su Walking New York nos pareció a todos simplemente alucinante.

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Aprovechando la temática de Manhattan os lanzamos un reto que desafiará vuestra creatividad y vuestra capacidad de innovar. ¿Hasta dónde puede llegar un rascacielos hecho con espaguetis y nubes? Un divertido juego de pesos, contrapesos, concentración y mucha cooperación entre hermanos que seguro que os hará pasar algunas risas en familia.

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¿A qué niño no le gustaría unir el desayuno y el almuerzo en una sola comida a base de tortitas con chocolate, huevos, bacon, bollos, frutas y zumos? El brunch será una de las experiencias favoritas de los niños en Nueva York. Y si además lo servís con vasos y platos con banderas, al estilo pic-nic del 4 de julio en Central Park, pedirán institucionalizarlo como la comida oficial de los domingos seguro.

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En una escapada a Nueva York no podía faltar ver un musical en Broadway. Y, ya puestos a elegir, pues elegimos un gran clásico de los clásicos: un video de youtube de Fred Astaire y Ginger Rogers. Muy curioso ver como la generación del 4D se queda boquiabierta con un video en blanco y negro.

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USA no sería USA sin una de sus grandes industrias, el cine. Así que no nos podíamos venir de nuestro viaje a Nueva York sin haber producido nuestra propia película. Lo hicimos de la mano de un libro maravilloso llamado Nueva York en Pijarama, un libro de imágenes que cobran movimiento. Un libro basado en la antigua técnica de animación llamada ombro-cinema que nos permite descubrir el tráfico, la multitud y las luces de Nueva York como si creásemos nuestra propia película. Os dejamos aquí un video muy cortito para que os hagáis una idea.

Probad a grabar a los niños leyéndolo y moviendo las imágenes al mismo tiempo, y ya veréis como sienten que han creado su propia película como se hacía antiguamente.

¡Ojala crucemos el charco alguna vez con nuestros hijos! Mientras tanto, dejemos volar nuestra imaginación juntos y disfrutemos del viaje.

¡Feliz Semana Santa!

Sushita Café


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En nuestra semana de viaje imaginario por Japón que iniciábamos celebrando #Hanami no podía faltar la comida asiática. Acercar a los niños a otros sabores, texturas y otras formas de preparar los alimentos también es acercarles a la tradición y costumbres de un país.

Por eso, y aunque la comida japonesa no sea una cocina inicialmente fácil para niños, nos gustaría llevaros a un precioso local en Madrid donde los peques verán expuestos los rolls, los tiraditos y los rollitos de manera tan llamativa y con tanto color que seguro que se animarán a probar algo. Así, poquito a poco, podremos acercarles a otros sabores, otras texturas y otras formas de preparar los alimentos.

Nos vamos al Sushita Café, un restaurante de cocina fusión oriental en la madrileña calle de Alberto Aguilera que os va a encantar. Sushita es un espacio muy luminoso, de techos altos y lámparas de fibra vegetal donde el equipo de decoradores de Madrid in Love logra transportarnos a un moderno Oriente.

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Bajo el lema “somos lo que comemos” el Sushita Café apuesta por una alimentación saludable, elaborando sus platos con productos orgánicos, sal kalahari o agua alcalina. Para iniciar a los niños en este tipo de comida asiática tenéis unos platos tan originales como el arroz salteado envuelto en hoja de loto o los famosos noodles. Además, también podéis hacer vuestro propio sushi en la opción “make your own sushi” con sabores suaves que les gusten a los niños.

Sushita no es un local especialmente pensado para niños, pero descubriréis que es un local “open mind” donde seguro que pasáis un rato estupendo trasteando con los palillos.

Sayonara¡

De idiomas y empatía


TittleQueremos que nuestros hijos aprendan inglés, francés, alemán, chino y hasta ruso. La mayoría de nosotros somos conscientes de que su futuro profesional estará ligado a un mercado global, sin fronteras, donde los idiomas serán su tarjeta de presentación.

Sin embargo, de poco sirve el número de idiomas que lleguen a dominar si son incapaces de entender las costumbres de su socio indio, su cliente chino o su profesor alemán. El dominio de idiomas se quedará muy corto si no consiguen ser personas con empatía hacia otras culturas, y eso sólo lo podrán conseguir si son capaces de entender, respetar y valorar las costumbres de otros pueblos.

Crecer en diversidad, enseñarles a nuestros hijos pequeños las tradiciones y la cultura de otros pueblos, ampliar en definitiva el campo de visón de nuestros hijos es un regalo tan importante como la educación en idiomas.

La mejor manera de trasmitirles respeto y amor por otras costumbres es, sin duda, viajar con ellos a otros países. Llevarles a la India, a China, a Perú, a Kenia, a Marruecos, a Islandia, a Nueva Zelanda y a mil destinos más, y enseñarles que no todos los niños del mundo desayunan lo mismo que ellos, ni visten como ellos, ni tienen las mismas costumbres es un auténtico regalo que, a veces, es difícil de conseguir. Mientras tanto, podemos hacerles un regalo más pequeñito y descubrir todos estos países desde el salón de nuestra casa. Con disfraces, comida especial, libros y algunos adornos típicos podemos celebrar las fiestas más típicas de otros continentes y explorar países muy lejanos. Y, poquito a poco, a pequeños trazos, aprender otras costumbres.

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Mayo es el mes de las flores, un mes que recuerda a Japón, donde cada año celebran la floración de los cerezos en su tradicional Hanami o fiesta de las flores. En la celebración de Hanami las familias se reúnen debajo de los cerezos en flor para hacer pic-nics mientras contemplan este paisaje tan efímero.

Una preciosa tradición que os animamos a celebrar en casa, disfrutando de una divertida cena asiática bajo las ramas de cualquiera de las plantas que tengáis en casa que podéis decorar con flores de papel para la ocasión. Porque el papel también es parte de la esencia de Japón. El Origami o arte de hacer figuritas de papel plegándolo, sin pegamento ni tijeras, es una forma de escultura en papel que a los niños les encanta (Podéis encontrar muchos juegos de origami de distintos niveles en DJECO). No os olvidéis de hacer también una pequeña tarjetita de papel, como las tarjetas de visita, y enseñarles a los niños a leerlas como se hace en Japón, sujetando la tarjeta firmemente con ambas manos, mirándola detenidamente y dedicando unos segundos a leer despacio el nombre y el cargo de la persona. Si queréis aprender las palabras japonesas más sencillas y algunos de los rituales de este pueblo, el cuento Perla y el Hada de los Cerezos os llevará al Jardín del Palacio Imperial justo en esta época de los cerezos en flor.

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Origami

En los postres, o antes de acostarse, una de las leyendas japonesas más tradicionales, la leyenda de “Tanabata” que podéis encontrar aquí. Una hermosa lectura con la que acerarnos a la literatura japonesa que, aunque os pueda sorprender al principio, seguro que va a cautivar a vuestros hijos.

Palillos para la cena, un albornoz con una bonita cinta en la cintura a modo de kimono y un moño sujetado con palitos y ¡Volamos a Japón!

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Japón, Egipto, Jordania, México, todos los países al alcance de nuestra mano con sólo echarle un poco de imaginación. Solo tenéis que escoger unas cuentas costumbres típicas del país con las que despertar la curiosidad de los niños por ese pueblo y volar al país como lo haría un niño, disfrazado.

Sed felices!

Niños, empatía y el don de la inoportunidad


Empatia y niños inoportunos

Hay días que todo sale mal. Empiezan con una reunión larguísima en el trabajo, un informe inesperado que ha de salir urgentemente y un dead-line que se adelanta y rompe la planificación de la semana. Continúan con un ¿Plátano para merendar? ¿Otra vez? Jooooo, dos actimeles derramados en la alfombra del salón, todos los disfraces tirados por el suelo en menos de cinco minutos, la mitad del agua fuera de la ducha, una pelea por ver quién coge la rebanada de pan más grande y muchas miguitas de pescado por el suelo. Y terminan con un ¡Ya está bien! ¡Estoy harta!

Cuando en la cama haces balance del día y te preguntas qué has hecho mal para que tres niños te hayan hecho perder tanto la paciencia te das cuenta que realmente sólo estaban siendo niños haciendo y diciendo cosas de niños. Pero cada pequeña cosa de niños que iban haciendo caía en un vaso que ese día tenía mucha presión, añadiendo así aun más burbujas a un volcán a punto de estallar. Pequeñas cosillas de niños que otro día no hubieran tenido la más mínima importancia o incluso nos hubiesen arrancado una sonrisa (¿a quién no le hace gracia que una pequeña de tres años quiera ducharse “chola”?) pero que ese día nos hacen terminar de perder la paciencia y estallar.

¿Tienen algo de positivo estos días? Son grandes días para aprender a gestionar emociones, niños y mayores.

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Para los mayores son días en los que aprender a decirles a nuestros hijos cómo nos sentimos, un simple “hoy estoy cansada, estresada y un poco de mal humor”, contarles que el día en el trabajo no ha ido bien y pedirles ayuda.

Para los niños son días estupendos para darse cuenta de que mamá no es perfecta, que también tiene días malos en su “cole” y que también está de mal humor de vez en cuando. Y, sobretodo, son días perfectos para practicar la empatía y mitigar el “don de la inoportunidad”. En la vida se van a encontrar con muchas ocasiones en las que el silencio vale más que las aportaciones y en los que, si de verdad han aprendido a interpretar los sentimientos de los demás, sabrán que es mejor no presentar un proyecto o solicitar un aumento de sueldo. Y desde luego sabrán que no son días para llevarle la contraria al jefe o a un cliente.

Enseñémosles a detectar esos días en los que es mejor no añadir más burbujas innecesarias al volcán en erupción que en esos momentos pueda ser su jefe, su compañero de piso, su amigo, su pareja o su profesor. ¿Cómo? Pues en primer lugar haciéndoles ver que no hay nadie perfecto en este mundo y que todo aquel con el que se tengan que relacionar atravesará días buenos y días malos. Que todo el mundo, al igual que ellos, es como un pequeño volcán en el que las emociones se relacionan. Que hay días en los que las emociones negativas tienen tanta fuerza que el volcán está a punto de estallar. Y que, en esos días, lo mejor que pueden hacer es regalarle a esa persona emociones positivas o, si no pueden, por lo menos no añadir más presión al volcán.

En definitiva, que en la vida tener empatía también es “no ser inoportuno”. Para que los peques puedan visualizar como actúa el “don de la inoportunidad” os proponemos fabricar un volcán casero con un experimento que les va a encantar (preparad ingredientes de sobra porque van a querer que el volcán entre en erupción una y otra vez).

Experiment collage

Sólo necesitáis:

  • Una botella de plástico pequeña o un vaso de agua alto.
  • Agua
  • Dos cucharaditas de bicarbonato.
  • Un cuarto de vaso de vinagre
  • Colorante alimenticio (este ingrediente es opcional, aunque les encanta ver cómo el volcán tiene diferentes colores).

Llenad la botella de agua hasta un poco más de la mitad. Añadid el colorante y removed. Añadid las dos cucharaditas de bicarbonato. Y finalmente añadir el vaso de vinagre y veréis como empieza a salir lava por el volcán.

Ah, mucho mejor si hacéis el experimento encima de una bandeja, porque si no se va a poner todo perdido.

Si de vuelta a la rutina tras las vacaciones estáis en una de esas tardes horrorosas en que todo parece ir a peor, no lo dudéis, ¡a por el volcán!

Sed felices

 

Aprendiendo a ser agradecidos


tituloSi pudiéramos regalarles a nuestros hijos un imán poderoso que atrajese cada día optimismo, energía y emociones positivas, ¿no se lo regalaríamos? Si ese imán mejorase su autoestima y su empatía, ¿les privaríamos de ese tesoro?

La gratitud es ese imán, el saber dar las gracias por lo que tenemos, el tomar conciencia de las cosas buenas que nos pasan a diario y dar las gracias por ello actúa como un campo magnético que atrae el optimismo, la energía positiva, la motivación, la autoestima y la empatía.

No hablamos de enseñarles a ser conformistas, ni tampoco de enseñarles a dar las gracias como norma de educación o cortesía. Hablamos de aprender a dar las gracias de corazón, de saber recibir, de dejarse regalar, de aceptar cada cosa buena que nos ocurre y dar las gracias por ello.

manos piano

La gratitud es una actitud ante la vida. Y es una manera humilde y bonita de acercarse a los demás, de mejorar la empatía, de estrechar lazos y mejorar vínculos con los que te rodean. Y, además, es una manera de mejorar la autoestima. Cuando damos gracias somos conscientes de lo que otros nos han dado o han hecho por nosotros, tomamos realidad de la importancia que en un determinado momento hemos tenido para alguien y eso nos hace especiales, aunque sea por un segundo, mejorando así nuestra autoestima.

Si el otro día decíamos que el primer paso para comenzar a ser personas emocionalmente inteligentes es ser generosos, hoy os queremos plantear la otra cara de la misma moneda, la gratitud como pilar básico de la inteligencia emocional.

Seamos conscientes de lo que la vida nos da y seamos conscientes de los pequeños detalles que cada día nos regalan las personas que están a nuestro alrededor, y agradezcámoslo.

¿Cómo conseguir que nuestros niños sean personas agradecidas? ¿Cómo conseguir que valoren lo que la vida y agradezcan  esos pequeños detalles que cada día les regalan las personas que están a su alrededor? Pues practicando, practicando y practicando.

niños playa

Por si os sirve os contamos un sencillo ejercicio con el que intentamos practicar en casa, un ejercicio que seguro que abrirá puertas a conversaciones muy interesantes con vuestros hijos. Se trata, sencillamente, de dar cada día las “gracias por….” cualquier cosa buena que nos haya sucedido en el día. Siempre hay algo, por muy pequeño o insignificante que parezca, por lo que dar las gracias (por aquí en la última semana hemos tenido gracias por un bocata de chocolate, gracias por haber sido vecinos de prima por un finde, gracias por haber visto un sapo, gracias por haber sido el capitán de la clase,……en fin, no hacen falta grandes cosas).

Veréis como si en el rato de la cena o antes de acostaros todos los días dedicáis unos minutillos a que cada uno hable de su “gracias por…” se convertirá en una costumbre que los propios niños os demandarán. ¡Les encanta hablar de sus propias experiencias!

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Nuestro “gracias por” del día de hoy es para @atalamartin, una magnífica profesional dedicada a este gran mundo digital desde hace más de 15 años. Que alguien como ella, una profesional de referencia en este ámbito, y acostumbrada a conseguir más de un millón y medio de usuarios en apenas tres meses te ayude y crea en tu proyecto es para estar muy, pero que muy agradecido. ¡Gracias, de todo corazón¡

Y a todos vosotros,

gracias pepita