Sushita Café


Sushita tittle

En nuestra semana de viaje imaginario por Japón que iniciábamos celebrando #Hanami no podía faltar la comida asiática. Acercar a los niños a otros sabores, texturas y otras formas de preparar los alimentos también es acercarles a la tradición y costumbres de un país.

Por eso, y aunque la comida japonesa no sea una cocina inicialmente fácil para niños, nos gustaría llevaros a un precioso local en Madrid donde los peques verán expuestos los rolls, los tiraditos y los rollitos de manera tan llamativa y con tanto color que seguro que se animarán a probar algo. Así, poquito a poco, podremos acercarles a otros sabores, otras texturas y otras formas de preparar los alimentos.

Nos vamos al Sushita Café, un restaurante de cocina fusión oriental en la madrileña calle de Alberto Aguilera que os va a encantar. Sushita es un espacio muy luminoso, de techos altos y lámparas de fibra vegetal donde el equipo de decoradores de Madrid in Love logra transportarnos a un moderno Oriente.

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Sushita comida

Bajo el lema “somos lo que comemos” el Sushita Café apuesta por una alimentación saludable, elaborando sus platos con productos orgánicos, sal kalahari o agua alcalina. Para iniciar a los niños en este tipo de comida asiática tenéis unos platos tan originales como el arroz salteado envuelto en hoja de loto o los famosos noodles. Además, también podéis hacer vuestro propio sushi en la opción “make your own sushi” con sabores suaves que les gusten a los niños.

Sushita no es un local especialmente pensado para niños, pero descubriréis que es un local “open mind” donde seguro que pasáis un rato estupendo trasteando con los palillos.

Sayonara¡

Niños, empatía y el don de la inoportunidad


Empatia y niños inoportunos

Hay días que todo sale mal. Empiezan con una reunión larguísima en el trabajo, un informe inesperado que ha de salir urgentemente y un dead-line que se adelanta y rompe la planificación de la semana. Continúan con un ¿Plátano para merendar? ¿Otra vez? Jooooo, dos actimeles derramados en la alfombra del salón, todos los disfraces tirados por el suelo en menos de cinco minutos, la mitad del agua fuera de la ducha, una pelea por ver quién coge la rebanada de pan más grande y muchas miguitas de pescado por el suelo. Y terminan con un ¡Ya está bien! ¡Estoy harta!

Cuando en la cama haces balance del día y te preguntas qué has hecho mal para que tres niños te hayan hecho perder tanto la paciencia te das cuenta que realmente sólo estaban siendo niños haciendo y diciendo cosas de niños. Pero cada pequeña cosa de niños que iban haciendo caía en un vaso que ese día tenía mucha presión, añadiendo así aun más burbujas a un volcán a punto de estallar. Pequeñas cosillas de niños que otro día no hubieran tenido la más mínima importancia o incluso nos hubiesen arrancado una sonrisa (¿a quién no le hace gracia que una pequeña de tres años quiera ducharse “chola”?) pero que ese día nos hacen terminar de perder la paciencia y estallar.

¿Tienen algo de positivo estos días? Son grandes días para aprender a gestionar emociones, niños y mayores.

Ya no puedo mas 2 Ya no puedo mas 3 Ya no puedo mas 4 Ya no puedo mas 5

Para los mayores son días en los que aprender a decirles a nuestros hijos cómo nos sentimos, un simple “hoy estoy cansada, estresada y un poco de mal humor”, contarles que el día en el trabajo no ha ido bien y pedirles ayuda.

Para los niños son días estupendos para darse cuenta de que mamá no es perfecta, que también tiene días malos en su “cole” y que también está de mal humor de vez en cuando. Y, sobretodo, son días perfectos para practicar la empatía y mitigar el “don de la inoportunidad”. En la vida se van a encontrar con muchas ocasiones en las que el silencio vale más que las aportaciones y en los que, si de verdad han aprendido a interpretar los sentimientos de los demás, sabrán que es mejor no presentar un proyecto o solicitar un aumento de sueldo. Y desde luego sabrán que no son días para llevarle la contraria al jefe o a un cliente.

Enseñémosles a detectar esos días en los que es mejor no añadir más burbujas innecesarias al volcán en erupción que en esos momentos pueda ser su jefe, su compañero de piso, su amigo, su pareja o su profesor. ¿Cómo? Pues en primer lugar haciéndoles ver que no hay nadie perfecto en este mundo y que todo aquel con el que se tengan que relacionar atravesará días buenos y días malos. Que todo el mundo, al igual que ellos, es como un pequeño volcán en el que las emociones se relacionan. Que hay días en los que las emociones negativas tienen tanta fuerza que el volcán está a punto de estallar. Y que, en esos días, lo mejor que pueden hacer es regalarle a esa persona emociones positivas o, si no pueden, por lo menos no añadir más presión al volcán.

En definitiva, que en la vida tener empatía también es “no ser inoportuno”. Para que los peques puedan visualizar como actúa el “don de la inoportunidad” os proponemos fabricar un volcán casero con un experimento que les va a encantar (preparad ingredientes de sobra porque van a querer que el volcán entre en erupción una y otra vez).

Experiment collage

Sólo necesitáis:

  • Una botella de plástico pequeña o un vaso de agua alto.
  • Agua
  • Dos cucharaditas de bicarbonato.
  • Un cuarto de vaso de vinagre
  • Colorante alimenticio (este ingrediente es opcional, aunque les encanta ver cómo el volcán tiene diferentes colores).

Llenad la botella de agua hasta un poco más de la mitad. Añadid el colorante y removed. Añadid las dos cucharaditas de bicarbonato. Y finalmente añadir el vaso de vinagre y veréis como empieza a salir lava por el volcán.

Ah, mucho mejor si hacéis el experimento encima de una bandeja, porque si no se va a poner todo perdido.

Si de vuelta a la rutina tras las vacaciones estáis en una de esas tardes horrorosas en que todo parece ir a peor, no lo dudéis, ¡a por el volcán!

Sed felices